martes, 27 de abril de 2021


 

AZUL ES TU REINO, DE VISCELY ZARZOSA CANO

 por: Antonio Sarmiento


Los poemas que conforman Azul es tu reino fueron escritos, en su gran mayoría, cuando Vizcely Zarzosa tenía entre 19 y 20 años. Además, guarda muchísimos poemas inéditos y textos que fueron publicados en revistas y en algunos blog literarios. Es un joven autor prolífico. Ello demuestra una gran pasión poética, que le ha permitido tener gran presencia en las letras chimbotanas. Esta pasión por las musas corre paralelamente a su vocación periodística. Viscely ha sido tocado por la palabra, tanto por ese espacio íntimo, azulado, de la creación lírica, cuanto por ese otro espacio más mediato, más cotidiano de la recreación periodística.

Para publicar este primer poemario el autor ha tomado todas sus precauciones. Ha realizado una labor paciente de selección de sus textos, pidió opiniones a otros poetas, los escuchó con atención. Un caso singular se da, por ejemplo, en la tercera parte del libro, donde aparece la correspondencia virtual que mantuvo, el año 2015, con el gran narrador Oswaldo Reynoso, quien con sapiencia le hizo valiosas observaciones para que los versos alcancen mayores apetencias, y hace un comentario muy acertado que a mi entender expresa a cabalidad la intención del libro. Reynoso dice lo siguiente: “En tus versos siento la pulsación de vida de decir lo esencial de la existencia a través de la belleza de la palabra y de la imagen”. Estas palabras señalan el sentido ético de vida y el estético del arte, por donde ha enrumbado la poesía de Viscely. Encontramos vasos comunicantes -en la evocación íntima del azul- con Capricho en azul, un conjunto de reflexiones de Reynoso, en donde el maestro dialoga con algunos  poemas del joven vate chimbotano.

Además de la correspondencia con Reynoso, el libro ofrece dos estancias líricas que llevan por título: Prosas improvisadas y Versos rescatados. El título del primero me parece muy sugestivo. Yo creo ver en estas “prosas apresuradas” la poética del autor. Aquí el sentido de la prosa –no de lo prosaico-  es darle al lenguaje su sentido sacrílego, erótico, que se resuelve en un conjunto de textos que nos remiten a los impulsos y deseos subconscientes del amor, de la nostalgia, del bien perdido. El término improvisar o improvisación, es rico en sugerencias y matices. Lo improvisado es lo espontáneo, lo natural, lo sencillo, lo imprevisto, lo repentino, lo intuitivo; yo le agregaría otro término: lo “azul” o la propia poesía, que es impredecible, fulminante, sin directrices previas. Esto suena un poco a lo inconsciente, a visiones oníricas.

Y es que el procedimiento usado por Viscely en estas “prosas improvisadas” es el desencadenamiento y la evocación de imágenes que aparecen sucesivamente, una tras otra, para ofrecernos esa “pulsación de vida”, “lo esencial de la existencia”, como bien señalaba Oswaldo Reynoso, bajo una forma plástica gobernada por el sentido artístico de lo azul, reino o espacio etéreo que el poeta hace suyo. Leamos un ejemplo, de los muchísimos que se difuminan por todo el poemario, donde aparece esta imagen volcada y múltiple, y en donde el autor revela una lúcida conciencia poética inundada de noche, de sensualidad y mitos ancestrales:

La noche es receptora de oraciones. Nadie ha visto un cielo donde los espíritus parricidas profanan su existencia. Las constelaciones conforman un solo cuerpo vencido. Es allí donde apareces tú para vislumbrar un volcán almacenado en mis palabras

(…)

La marea goza cuando pretendes descender. He podido ver un aposento suspendido en tu reino. He visto tritones y caballos de mar rindiéndose ante el poder de una nación recién descubierta. También un coro de sirenas que te mencionan con el fervor de tu evangelio” (Poema II, p. 21)

La segunda parte del libro, el que lleva por nombre “Versos rescatados” está compuesto por poemas afines a la forma consagrada de escandir los versos en forma vertical; son poemas que el autor ha rescatado del olvido porque continúan la huella de su mensaje, aunque la forma se atempera a los periodos más ajustados del verso.

En Azul es tu reino, destaca el poder evocativo del autor para ofrecernos un mundo sugerente. Junto al recuerdo, a la remembranza, el traer a la memoria, esta poesía se ajusta más al significado original que proviene del latín evocare: "convocar o llamar". Es el acto de llamamiento, de comparecencia hacia una entidad como un espíritu, un demonio, un dios o cualquier otra de carácter sobrenatural. La evocación lírica pretende "hacer aparecer visualmente" a la entidad evocada o conjurada, es decir, la mujer o la propia palabra, a través de imágenes de distinto calibre y fulgor. El poeta, mago o brujo evoca y convoca a la mujer amada que discurre a través de mundos paradisíacos, grutas marinas, en el fondo de una ciudad marginal, y vaticina la vuelta de un tiempo anterior y feliz. De allí, muchas veces que se filtre en los versos un tono nostálgico, un dejo de añoranza. El texto titulado Rosalía y un poema, nos aproxima a ese sentido evocativo del lenguaje que se da a modo de  conjuro poético:

Te espero, Rosalía

como una canción abierta

que recibe la noche.

Estoy frente a un abismo azul

donde guardo soleadas sombras

y pronuncio el verbo de tu nombre.

Pero quiero quedarme

mirándote otra vez

porque mientras tú intentas dormir

yo guardo una profecía exacta para ti.

 (…)

Hoy sé que vendrás

mostrando una hazaña desafiante

cada pronóstico que nos acecha

se volverá discreto bajo la promesa

de nuestras bocas apresuradas. (p. 50)

Mujer y poesía se imantan recíprocamente y son reveladas simultáneamente en el mismo instante del proceso creativo, como en el siguiente fragmento en donde ambas forman parte del delirio del poeta:

 Existía ese camino secreto en el que nos perdíamos inconscientes. Te zambullías en un mar inexacto de visiones. Me mirabas como una máquina voraz de escribir. Te fabricaba poemas y algunas prosas mal hechas; y te quedabas con mis versos improvisados”. (p. 30)

Viscely Zarzosa nos ofrece una palabra decantada y ya madura. Estamos seguros que seguirá afirmándose con buen pie en el firmamento de la poesía, a la caza del azul y de otros colores, acaso de tonos más velados, que marcarán su poética, siempre en permanente elaboración verbal.