Por: Antonio Sarmiento
Nací un día de octubre en los Pirineos, Francia.
Mas otro día descubrí el sol de los Andes
e hice mías la rebeldía y la ternura de estos pueblos
Roland Forgues
Desde
tiempos remotos el Perú despertó el interés de los europeos que identificaban a
esta tierra del sur como una comarca ideal para la fantasía, la fábula, la
ficción y la relacionaban con el jardín edénico, original. Ahí está, por
ejemplo, la epístola de Lope de Vega que escribió como respuesta a su
admiradora limeña Amarilis. Ahí el bardo español consignó expresiones que se
acercaban a esa imagen evanescente que tenía del Perú. “Me escribís del otro
mundo” –dice- “desde el mar del sur”, “línea equinoccial”, “me despertais de
tan profundo sueño”, “indiana vena”, “clima antártico”, “mares tan remotos y
diversos”, “sol antípoda”. Estas expresiones nos dan la idea cabal de un Perú
que reverbera en la lejanía del tiempo. Se consustancia, por otro lado, con la
propia poesía, etérea y de ligeras alas. Pero ya desde ese tiempo auroral el
Inca Garcilaso de la Vega, afirmaba, a contrapelo, la naturaleza heterogénea de
la sociedad peruana, alimentada de oposiciones y contrastes.
La
expresión ¡Vale un Perú! no solo reveló esa abundancia sino también ese sistema
de dicotomías con la que se construye el país. El periodo del oro, de la plata,
del caucho, del guano o del salitre fueron estaciones sucesivas de nuestra
resplandeciente y trágica historia. Con este sistema de luces y contraluces, de
conflictos y tensiones, ya hace más de cuarenta años nuestro hermano francés
Roland Forgues, viene poniendo el dedo en la llaga de nuestra contradictoria y
cambiante experiencia de país utópico y mestizo, en permanente descubrimiento,
como lo quería Mariátegui, de hurgar e interpretar la realidad, a fin de
comprometernos más con nuestra existencia de peruanos. Y para corroborarlo, ahí
está su poderosa obra caracterizada por el rigor científico y sociológico, además,
del palpitante humor y la elocuencia de polemista, de cronista de nuestro
tiempo, sin dejar de lado al nato creador que hay en él, con una veta narrativa
que se descubre, incluso, en la forma de abordar la estructura o de meterse al
movimiento interior de la palabra para buscar, así, los orígenes o la esencia
de lo estudiado, en esos libros suyos, escritos con alto rigor epistemológico. Por
eso, Manuel Pantigoso, refiriéndose a uno de sus últimos trabajos la “Voz de
los orígenes”-estudio medular de 18 escritores de América- lo considera como
una novela sobre el pensamiento, que estamos frente al inicio de una gran
novela histórico-mítica del pensamiento latinoamericano. No es casual,
entonces, que estemos frente a “otra” novela de Roland Forgues, catalogada modestamente
como “relato” en las primeras páginas. Sucede que el libro tiene una filiación
múltiple. Y esto porque trae consigo el temple trasgresor, cognitivo y
sentimental de su autor que no puede sujetarse a un solo género, porque
confluyen y cruzan varios géneros que le dan a la prosa narrativa varias
dimensiones y perspectivas: ¿relato?, ¿crónica novelada?, ¿crítica sociológica?,
¿visión poética? La fuerza y la frescura de ¡fabuloso Perú!” deviene
precisamente de ese estilo híbrido y amulatado que se emparenta con la realidad
peruana.
La
narrativa de Roland Forgues ya se estaba potenciando en libros más o menos
testimoniales, referidos a dos distinguidos escritores. El “Cantar del
golondrino”, de 2007, contiene relatos contados con extraordinaria densidad
expresiva y amena por Leoncio Bueno, el poeta que no está en los circuitos
oficiales y “Gregorio Martínez, Danzante de tijeras”, editado el 2009, tiene la
misma impronta descolonizadora y la actitud de independencia frente al sistema.
Ambos libros encajan perfectamente con el espíritu libertario del querido
francés nacido en Tarbes. Sin embargo, los orígenes de ¡Fabuloso Perú!, -en su
formato ficcional, excarcelada de la realidad- se fue gestando en El Libro de
los manantiales, texto anterior, del 2006, en cuyo segundo capítulo, aparecen
varios relatos, concebidos como genuinas expresiones narrativas, pensando acaso
el autor, en darles posteriormente un cuerpo más compacto, como aparecen ahora,
formalmente mejor organizados, en el libro que estamos comentando.
¡Fabuloso
Perú! Con signo de exclamación, es un título que representa muy bien no solo lo
que su autor piensa del país a través de su búsqueda. Es encuentro y síntesis,
sobre todo. El corto y significativo título nos está revelando una estética,
una ética y una erótica. En tal sentido no solo alude a lo maravilloso y lo
fantástico que puede ser el Perú. Es fabuloso porque fundamentalmente la vida
del país se realiza o se desrealiza en sus delicadas y profundas complejidades,
en sus dilemas y encrucijadas. Roland Forgues ama al Perú, pero no está
esperando que sea la octava maravilla del mundo o el país que se muestra por la
vitrina de un escaparate. Ese erizarse y erguirse en medio de las dificultades,
el ser creativo en una sociedad que se debate en medio de grandiosas
contradicciones Ahí se agita el encanto de lo fabuloso como una oriflama.
En
este fresco narrativo, que lleva en la portada una témpera del pintor Manuel
Domingo Pantigoso, al personaje principal y alter ego del narrador, Youri, le
mueve una motivación ardiente: “quiere
cotejar una realidad de la que solo tiene una idea libresca con la ficción”
(…) Él no va a buscar en Perú, como los
aventureros de la quimera, el mítico tesoro de los Incas, sino un tesoro aún
mucho más misterioso, valioso y esencial que no se puede definir, pero que él
siente en lo más profundo de su subconsciente”. Este viaje íntimo y épico,
a la vez, de encontrarse con uno mismo, tendrá validez si se privilegia el
encontrarse con el otro. Sin duda, esta fraternidad y choque con otros yoes, es
una marca que se superponen en los diferentes capítulos del libro. Recordemos
aquí a Emmanuel Lévinas y su fenomenología de la alteridad, en ese
descubrimiento o encuentro con el otro dentro del mundo expresivo y
representativo que es la base de la creación literaria. El autor de ¡Fabuloso
Perú! convoca y evoca a múltiples amigos escritores, nombrándolos con un cálido
mote: el solitario de Sayán, el anarquista, el poeta de las orquídeas, el
yatiri; se interioriza con personajes de novela y de la vida real: Candico, del
de “Canto de Sirena”; Ernesto, de “Los ríos profundos”, hechiceros, chamanes,
mujeres extraordinariamente seductoras; y también dialoga con autores
fundacionales: Flora Tristán, Garcilaso, Mariátegui, Sigmund Freud. El Perú de
todas las sangres de su admirado Arguedas aparece en un borbotar de historias y
anécdotas, escritas con un estilo intenso, claro, valiente y crepitante de
humor.
Podemos
percibir una estrategia narrativa bien hilvanada a través de un doble viaje: el
del autor y su personaje: Youri. Hay por lo tanto dos miradas paralelas, que se
imantan muy bien. Una, la del autor, que visualiza los diversos parajes de la
geografía humana y social, desde un plano narrativo, amplio y omnisciente, pero
necesita otra mirada mucho más apegada al lugar de los acontecimientos, la de
Youri, personaje espontáneo, fresco, libérrimo, sin subterfugios, que le da certeza
y carácter a lo narrado; él encarna la fuerza del deseo y la pasión por la
aventura. También está la mirada del lector que se inmiscuye en los entresijos
y recovecos de la naturaleza humana, para conocer de cerca, sus alturas y
descensos. El lector queda impactado, implicado, pero también desnudado por estas
sutiles y profundas paradojas de un país, en el que vive, pero en el cual se
compromete o muy poco o nada. Forgues nos pone en contacto, a tajo abierto, con
la razón de ser y de estar aquí en esta tierra, rica en contenido histórico y
cultural, de saber cómo nos vemos y cómo nos ven, y nos invita a tener esa otra
mirada fecunda, autocrítica -no inquisidora-, que es la mirada de la
conciencia.
Observamos
un gran dinamismo y movimiento que envuelve toda la materia narrativa, producto
de las idas y paradas de Youri, en busca de los pequeños y grandes imaginarios
de nuestra identidad. Él nunca se sentirá extraño en ninguna parte. Este
desplazamiento se desarrolla de manera natural; los hechos se suceden de un lugar a otro: de
la zona costera, pasa a la región selvática o a la sierra, y mientras se va
contando no se siente los cortes o los vacíos de ese salto. Un modo de
enfrentar la violencia de una época tormentosa es con el apicarado humor,
cáustico muchas veces, para mostrar lo delirante que puede llegar una ciudad
atenazada por el miedo. En “Cacheo en la calle La rifa” –décimo capítulo-, se
refleja la zozobra de los años ochenta. Mientras esperaba al amigo para una
entrevista literaria, Youri es cateado por la policía al confundírsele con un
posible subversivo. Le revisan el morral donde guarda su infaltable cámara
fotográfica y le quitan hasta su grabadora. El narrador dice con punzante
ironía:
“Pero también su libreta de apuntes en la que
buscan y encuentran nombres de peligrosos terroristas que viven en Lima:
Washington Delgado, Mario Florián, Manuel Moreno Jimeno, Carlos Germán Belli,
Alejandro Romualdo, Marco Martos (entre otros) y luego acentúa: “desde luego todos
ellos relacionados con Sendero Luminoso. Y además con ramificaciones en Europa
como demuestran las libretas: Rodolfo Hinostroza, Armando Rojas, Elqui Burgos,
Jorge Eduardo Eielson, Alfredo Bryce Echenique”.
A
pesar del odio y la violencia social y política de la época, “Youri tiene confianza en el futuro y está
convencido de que el amor salvará al mundo”. “Reinventar el amor”, dijo Rimbaud. Y el amor es tópico central del
libro. El amor real, físico a una mujer; atropellado y profundamente sexual,
que tiene mucho de ese loco-amor de los surrealistas. Roland Forgues no estudia
el decorado y los contornos, su personaje se embarra los zapatos para buscar la
aldea más lejana, el huarique donde abunda el potaje en su punto. No es pues la
suya, una visión exótica o eurocentrista. Es más bien la del hermano francés
incorporado a nuestra identidad. Youri se refocila en la cantina, en el
prostíbulo, donde el amor se resuelve con libertad y situaciones embarazosas como
cuando él y el Pelirrojo se internan en la selva de Iquitos, dando rienda
suelta a la libido, sin caer en cuenta que ellos habían sido el bocadillo
perfecto de lindas “mariposas nocturnas”, que los habían flechado con gotas de
curare:
-¿Qué te pasa?, pregunta Youri
asombrado.
-Huy, Huy, creo que atrapé ni
primera gonorrea, responde (el pelirrojo)
-No te preocupes, replica Youri en
un tono lúdico. Por ahora no eres más que brigadier… a la segunda serás mayor,
a la tercera, capitán, a la cuarta, comandante, a la quinta, coronel, a la
sexta, general y a la séptima, presidente de la república”
(Ballet mágico en el cielo de Iquitos”)
En
cada una de las 33 escenas el autor nos encandila con su narración jugosa,
traviesa, minuciosa en sus descripciones, con palabras y frases extraídas de la
cantera popular. Hablar del amor, de la pasión del amor es también hablar de la
escritura. Roland Forgues congrega y suscita ardientemente una libertad
absoluta frente al lenguaje, que se corresponde con esa “visión crítica a filo de catre de la
cópula creativa”, según lo dijo en su libro “Gregorio Martínez, Danzante de
tijeras”. Hermosa definición que concilia el pensar y el sentir de la escritura
como un acto de amor.
La
adhesión a nuestro país impregna todas las páginas de ¡Fabuloso Perú”!, el cual
resume y condensa un gran afecto y una visión amplia sobre el país, manifestada
a través de sus grandes perspectivas y contrastes, de búsqueda permanente,
acorde con el anhelo del mañana, del futuro, de la luz de los tiempos
iniciáticos.
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